CENTRO DE PERSPECTIVAS
Educación

Lo escucho de casi todos los clientes, casi todos los líderes y casi todas las personas con las que hablo: están más preocupados por la economía que en cualquier otro momento de la historia reciente. Y entiendo por qué. Pero ya hemos vivido momentos como este antes y, de alguna manera, a la larga, lo acabamos resolviendo.
Los humanos somos seres inteligentes y resilientes. Creamos sistemas a nuestra imagen y semejanza, sistemas que recogen la confusión que nos rodea, le dan sentido y producen resultados sorprendentemente buenos. Los ordenadores manejan datos complejos (y ahora también el lenguaje) por nosotros. Las ciudades permiten que millones de personas convivan, por lo general pacíficamente y de forma productiva en la mayoría de los casos.
Pero de todos los sistemas que hemos creado, uno de los más poderosos —y especialmente adecuado para momentos como el actual— comenzó hace más de 400 años. Se trata del sistema que inventamos específicamente para superar contradicciones como la escasez en un contexto de abundancia y la ansiedad en épocas de prosperidad.
A este sistema lo llamamos el mercado de capitales.
De todos los sistemas que hemos creado, uno de los más poderosos —y especialmente adecuado para momentos como el actual— comenzó hace más de 400 años... A este sistema lo llamamos el mercado de capitales.
Cuando en 1602 se inauguró en Ámsterdam la primera bolsa de valores del mundo, invertir pasó a ser un emprendimiento más democrático. Hasta entonces, la inversión estaba reservada principalmente a comerciantes adinerados. Y de hecho, cerca del 90% de los 1.143 inversores originales de la Bolsa de Ámsterdam eran ricos. Pero el resto eran gente corriente, entre la que había53 artesanos, ocho tenderos, seis tejedores de seda, cuatro fabricantes de jabón y al menos dos criadas que invirtieron 50 florines por cabeza, más o menos lo suficiente para alquilar una modesta casita de campo durante un año1.
Cuando los mercados de capitales cruzaron el canal y llegaron a Inglaterra y a su rígido sistema de clases, la Bolsa de Londres no empezó en un palacio, sino que lo hizo en el Jonathan's Coffee House, en Change Alley. Obispos y contables invertían allí junto a granjeros que llegaban directamente del mercado de ganado, con barro aún en las botas. Algunos iban a especular, pero muchos estaban allí para invertir en nuevos proyectos, incluido uno especialmente prometedor: el Banco de Inglaterra. Por primera vez, los ciudadanos de a pie no se limitaban a observar cómo crecía la economía a su alrededor. Eran propietarios de una parte de ese crecimiento, una parte real y negociable2.
Cuatro siglos después, nuestros mercados han evolucionado de manera espectacular desde aquella cafetería en un callejón. Pero en esencia siguen funcionando de la misma manera, como una rueda de inercia de la prosperidad: la gente invierte sus ahorros, los mercados canalizan esos fondos hacia empresas e industrias, y cualquier éxito revierte en los inversores, ayudándoles a costear la jubilación, la universidad y la vivienda. Y la rueda sigue girando.
La participación en el mercado se ha disparado en nuestra época. Durante la primera mitad del siglo XX, el porcentaje de estadounidenses que poseían acciones pasó del 1% al 4%3. Pero desde 1976, cuando me presenté a mi primer trabajo en Wall Street —con el pelo largo, joyas de piedra turquesa y el traje marrón más feo del mundo—, invertir se ha puesto mucho más de moda (y, afortunadamente, yo he ganado en elegancia). En 1989, algo menos de una tercera parte de las familias estadounidenses tenía dinero en los mercados; hoy, el porcentaje ronda el 60%4.
Estos inversores se han beneficiado del mayor periodo de generación de riqueza de la historia de la humanidad. En los últimos 40 años, el Producto Interior Bruto (PIB) mundial ha crecido más que en los 2.000 años anteriores juntos5. Este extraordinario crecimiento —en parte impulsado, cabe señalar, por unos tipos de interés históricamente bajos— ha generado unas rentabilidades a largo plazo excepcionales. Pero está claro que no todo el mundo ha disfrutado de esta riqueza.
The performance graph is not necessarily indicative of future investment performance.
Esta extraordinaria era de expansión de los mercados ha coincidido con la globalización y se ha visto impulsada en gran medida por ella. Y aunque un mundo más plano sacó de la pobreza a 1.000 millones de personas que dejaron de subsistir con un dólar al día, también frenó a millones de personas en los países más ricos que pugnaban por tener una vida mejor.
Hoy en día, muchos países tienen economías gemelas pero invertidas: una en la que la riqueza se acumula sobre la riqueza; otra en la que la penuria se acumula sobre la penuria. La división ha reconfigurado nuestros procesos políticos, nuestros planes de acción y hasta nuestra idea de lo que es posible. El proteccionismo ha vuelto con fuerza. La premisa tácita es que el capitalismo no ha funcionado y es hora de probar algo nuevo.
Los mercados, como todo lo que construye el ser humano, no son perfectos. Son un reflejo de nosotros mismos: inacabados, a veces defectuosos y siempre con capacidad de mejorar. La solución no es abandonar los mercados, sino ampliarlos, culminar la democratización del mercado que comenzó hace 400 años y permitir que más personas participen de manera significativa en el crecimiento que se produce a su alrededor.
En las páginas (o píxeles) que siguen, ofreceré algunas ideas sobre cómo podemos democratizar aún más la inversión de dos maneras generales:
Comenzaré con el trabajo que realiza BlackRock, pero ambas iniciativas se extienden más allá de la gestión de activos y tocan temas más amplios como la política de jubilación, la energía y la tokenización.
Los mercados, como todo lo que construye el ser humano, no son perfectos. Son un reflejo de nosotros mismos: inacabados, a veces defectuosos y siempre con capacidad de mejorar. La solución no es abandonar los mercados, sino ampliarlos.
Más inversión. Más inversores. Esa es la respuesta.
Dado que BlackRock es una entidad fiduciaria y la mayor gestora de activos del mundo, algunos lectores podrían afirmar que he venido a hablar de mi libro. Es así. Pero también es cierto que este libro lo elegimos intencionadamente y mucho antes de que se convirtiera en un superventas. Desde el principio, estábamos convencidos de que cuando la gente puede invertir mejor, puede vivir mejor y por eso creamos BlackRock.
Los últimos 14 meses de BlackRock... y el futuro
Las economías funcionan con capital. Ya se trate de montar flotas comerciales en el siglo XVII o centros de datos en el siglo XXI, el dinero tiene que salir de algún sitio. Pero, históricamente, no ha salido de los inversores. A pesar de esos 400 años de innovación financiera, desde Ámsterdam y Change Alley hasta la Bolsa de Nueva York, la mayor parte de la financiación la han aportado los bancos, las empresas y los gobiernos, no los mercados de capitales.
Estábamos convencidos de que el mundo estaba cambiando. Los mercados de capitales no solo complementarían a bancos, empresas y gobiernos, sino que se pondrían a su nivel como una fuente de capital en pie de igualdad.
¿Por qué los bancos, las empresas y los gobiernos? Porque ahí es donde la gente ponía su dinero. Aparcaban sus ahorros en cuentas bancarias, impulsaban el crecimiento empresarial a través del consumo y pagaban los impuestos que financian el gasto público.
Pero cuando mis socios y yo fundamos BlackRock en 1988, estábamos convencidos de que el mundo estaba cambiando. Los mercados de capitales no solo complementarían a bancos, empresas y gobiernos, sino que se pondrían a su nivel como una fuente de capital en pie de igualdad.
La lógica era sencilla: los mercados ofrecían mejores rentabilidades que los otros tres. Una mayor rentabilidad atraería a más inversores. Un mayor número de inversores agrandaría los mercados. Y unos mercados más grandes significaban más capital. Además, los gestores de activos podrían acelerar este cambio mediante la innovación. Para BlackRock, eso significaba primero desarrollar una mejor tecnología para gestionar el riesgo, y después ampliar la oferta y reducir las comisiones a través de productos como los fondos cotizados (ETFs).
Hemos tenido suerte estos últimos 37 años porque nuestra lógica funcionó. Pero lo que llama la atención ahora es que estamos aún en una fase incipiente de la historia de la expansión del mercado. La verdadera recompensa no ha hecho más que empezar.
A medida que nos adentramos en el segundo cuarto de siglo, aumenta el desajuste entre la demanda de inversión y el capital disponible en las fuentes tradicionales.
Los gobiernos no pueden financiar infraestructuras recurriendo al déficit porque el déficit no puede crecer mucho más. En su lugar, recurrirán a inversores privados.
Por su parte, las empresas no acudirán únicamente a los bancos para obtener crédito porque los préstamos bancarios son limitados. En su lugar, las empresas acudirán a los mercados.
El dinero ya está ahí. De hecho, actualmente hay más capital parado que en ningún otro momento de mi carrera. Solo en Estados Unidos, unos 25 billones de dólares están aparcados en bancos y fondos del mercado monetario7.
Pero estamos repitiendo un error que ya se cometió en el origen de las finanzas: la abundancia de capital tiene muy pocos destinos. Como escribió un historiador, la primera bolsa de valores de Ámsterdam «podría haber contribuido mucho más a la economía» si los inversores hubieran tenido más empresas en las que invertir. Esto se puede decir también hoy8.
Los activos que definirán el futuro —centros de datos, puertos, redes eléctricas, las empresas privadas de mayor crecimiento del mundo— no están al alcance de la mayoría de los inversores. Se encuentran en mercados privados, encerrados tras altos muros, con puertas que solo se abren para los participantes más adinerados o más grandes del mercado.
La razón de esta exclusividad siempre ha sido el riesgo. La falta de liquidez. La complejidad. Por eso solo se permite la entrada a determinados inversores. Pero en finanzas nada es inmutable. Los mercados privados no tienen por qué comportar tanto riesgo. Ni tampoco tienen por qué ser opacos. Ni tienen que estar fuera del alcance del común de los inversores. No si el sector de la inversión está dispuesto a innovar y eso es exactamente lo que hemos hecho en el último año en BlackRock.
BlackRock siempre ha tenido un pie en los mercados privados. Pero, ante todo, hemos sido una gestora de activos tradicional. Eso es lo que éramos al comienzo de 2024. Pero ya no es lo que somos hoy en día.
En los últimos 14 meses, hemos anunciado la adquisición de dos de las principales empresas en las áreas de mayor crecimiento de mercados privados: infraestructuras y crédito privado. Adquirimos otra empresa para obtener mejores datos y análisis, y así poder calibrar mejor el riesgo, detectar oportunidades y abrir el acceso a los mercados privados.
Hemos transformado nuestra empresa. En la siguiente sección detallo por qué lo hicimos, cómo lo hicimos y por qué es importante.
BlackRock siempre ha tenido un pie en los mercados privados. Pero, ante todo, hemos sido una gestora de activos tradicional. Eso es lo que éramos al comienzo de 2024. Pero ya no es lo que somos hoy en día.
Un boom de inversión de 68 billones de dólares: ¿quién se llevará el gato al agua?
A lo largo de la historia, las infraestructuras han generado una sorprendente cantidad de crecimiento económico. Entre 1860 y 1890, solo la construcción de ferrocarriles incrementó el PIB estadounidense en cerca de un 25%9.
Un siglo después, las autopistas hicieron algo parecido: según un cálculo, las inversiones en el sistema interestatal representaron aproximadamente una cuarta parte de los incrementos de productividad entre 1950 y 198910.
Hoy tenemos delante una oportunidad tan grande que es difícil de abarcar.
En 2040, la demanda mundial de nuevas inversiones en infraestructuras será de 68 billones de dólares11. Si ponemos esa cantidad en perspectiva, equivale aproximadamente a construir todo el sistema de autopistas interestatales y el ferrocarril transcontinental, de principio a fin, cada seis semanas, durante los próximos 15 años12.
Gráfico 2.1:13
A lo largo del último año, he sostenido que los gobiernos —ya lastrados por déficits históricos— no pueden depender únicamente de los contribuyentes para asumir los asombrosos costes de las nuevas infraestructuras sin arriesgarse a caer en una espiral de endeudamiento. Pero los gobiernos no son los únicos que afrontan limitaciones. Ni siquiera las mayores empresas tecnológicas del mundo, con sus miles de millones en flujo de caja libre, están preparadas para esta escala de inversión. Un solo centro de datos de inteligencia artificial (IA) puede costar entre 40.000 y 50.000 millones de dólares14.
Cuando hablo con directivos de compañías tecnológicas, suelen decirme que sus empresas quieren centrarse en lo que mejor saben hacer: inventar tecnología innovadora, no en financiar la enorme infraestructura necesaria para desplegarla.
Los mercados están deseosos de intervenir allí donde los gobiernos y las empresas se están retirando. Los inversores ya votan con sus dólares y están convirtiendo a las infraestructuras en uno de los segmentos del mercado con un crecimiento más rápido del mundo. Sin embargo, esta inversión se está viendo obstaculizada por la forma en que están estructurados nuestros mercados de capitales.
Los mercados privados son privados
La mayoría de nosotros asociamos «mercados» con mercados cotizados de acciones, bonos o materias primas. Pero, por lo general, no se pueden comprar acciones de una nueva línea ferroviaria de alta velocidad o de una red eléctrica de última generación en la Bolsa de Londres o Nueva York. Lo habitual es que solo se pueda invertir en los proyectos de infraestructuras a través de los mercados privados.
Y los mercados privados son, como su nombre indica, privados. Para los inversores particulares, suelen exigir inversiones mínimas más elevadas. E incluso cuando esos mínimos son más bajos, la inversión suele estar limitada a personas con una determinada renta o patrimonio neto.
Los mismos obstáculos se aplican a la mayoría de las empresas del mundo. Solo una mínima parte cotiza en bolsa, y cada vez es más pequeña esa parte. La senda que BlackRock eligió seguir hace 25 años, captar dinero a través de una OPV, es cada vez menos frecuente. El 81% de las empresas estadounidenses con más de 100 millones de dólares de ingresos no son cotizadas. El porcentaje es mayor en la UE, y aún más en el Reino Unido.
Sin embargo, estas empresas siguen necesitando dinero para innovar y crecer. Durante décadas, recurrieron a los bancos, del mismo modo que las familias recurren a las entidades de crédito para obtener una hipoteca. Pero esa época está desapareciendo rápidamente. Hoy en día, los bancos por sí solos no pueden satisfacer las demandas de capital de las empresas en crecimiento.
Gráfico 2.2: 15
La industria del crédito privado está interviniendo para ayudar a llenar ese vacío. De hecho, se prevé que los activos de deuda corporativa privada se multipliquen por más de dos a finales de esta década16. Sin embargo, al igual que ocurre con las infraestructuras, muchos inversores particulares no pueden participar en el crecimiento. Incluso algunos grandes inversores institucionales tienen problemas para estructurar una cartera que distribuya estos activos como desean.
Del 60/40 al 50/30/20
Lo bonito de invertir en mercados privados no es ser dueño de un puente, un túnel o una empresa mediana en particular. De lo que se trata es de cómo estos activos complementan tus acciones y bonos: es decir, la diversificación.
Se ha dicho que la diversificación es la «única comida gratis en la inversión». Fue la idea que motivó a economistas galardonados con el Premio Nobel como Harry Markowitz y Bill Sharpe a desarrollar la Teoría Moderna de la Cartera, que se convirtió en la base de la cartera estándar, que establece la conveniencia de invertir aproximadamente un 60% en renta variable y un 40% en renta fija. A varias generaciones de inversores les ha ido bien siguiendo este enfoque, con participaciones en una mezcla de todo el mercado en lugar de asignar toda su inversión a un valor en concreto. Pero a medida que el sistema financiero mundial sigue evolucionando, es posible que la clásica cartera 60/40 ya no represente plenamente una verdadera diversificación.
La cartera estándar del futuro podría parecerse más a una estructura 50/30/20: renta variable, renta fija y activos privados como real estate, infraestructuras y deuda corporativa.
Está claro lo que tiene este modelo de atractivo. Aunque estos activos privados pueden conllevar un mayor riesgo, también proporcionan grandes beneficios. Las infraestructuras, por ejemplo, ofrecen:
Gráfico 2.3:19
La cartera estándar del futuro podría parecerse más a una estructura 50/30/20: renta variable, renta fija y activos privados como real estate, infraestructuras y deuda corporativa.
Pero el reto es el siguiente: el sector no está estructurado para un mundo con carteras 50/30/20. Se divide en gran medida entre gestores de activos tradicionales centrados estrictamente en el 50/30 (acciones y bonos) y firmas especializadas en el mercado privado que dominan el 20 (activos privados).
A la mayoría de las personas les resulta casi imposible tender un puente entre el 50/30 y el 20. Incluso quienes pueden permitírselo se enfrentan a otro problema de diversificación dentro de ese 20%. A menudo, apenas tienen capital suficiente para cubrir el mínimo de un solo fondo privado; y tener el 20% de tu cartera inmovilizada en un único fondo realmente no es diversificar.
Podemos ayudar a los inversores a obtener mejores resultados. La división entre mercados cotizados y no cotizados es un problema complicado, pero tiene solución. De hecho, BlackRock ya ha resuelto antes retos de mercado como este.
Antes de cotizado vs. privado, estaba la gestión activa vs. la indexada
En 2009, BlackRock adquirió Barclays Global Investors (BGI). Habían creado iShares, el principal negocio de ETFs del mundo20. En ese momento, la mayoría pensaba que nuestra adquisición no era más que una apuesta por los ETFs. Pero en realidad era mucho más que eso.
En aquella época, el mundo de la inversión se dividía de otra manera:
El sector actuaba como si hubiera que elegir un bando, como si estos dos enfoques fueran mutuamente excluyentes. La adquisición de BGI se llevó a cabo porque nosotros no creíamos que lo fueran.
Nos dimos cuenta de que todas las decisiones de inversión son activas, aunque se elija un fondo indexado. Al fin y al cabo, hay un índice de gran capitalización, otro de crecimiento de gran capitalización, de mercado de valores completo, de mercados emergentes, de valores energéticos, de valores financieros, de valores brasileños de pequeña capitalización y de cualquier otra cosa que se nos ocurra. Elegir unos u otros exige tomar decisiones importantes, como la combinación adecuada de inversiones, el nivel de riesgo que cada uno se siente cómodo asumiendo y la forma de gestionar ese riesgo.
Cuando combinamos estrategias activas e indexadas en un mismo producto, ofrecimos a los inversores algo que nunca habían tenido: la libertad de combinar estrategias fluidamente. Los ETFs dejaron de ser puramente pasivos para convertirse en elementos esenciales para crear cualquier tipo de cartera: activa, indexada o una combinación de ambas. La diversificación se hizo más fácil. Las tasas bajaron. De hecho, desde 2015, nuestros ETFs han ahorrado a nuestros clientes 642 millones de dólares en comisiones21. Y lo que es más importante, los inversores tuvieron por fin más control sobre su dinero, ya fueran particulares que ahorraban para su jubilación o grandes instituciones que gestionaban miles de millones.
Ahora, tenemos la oportunidad de hacer con la división entre mercado cotizado y privado lo que hicimos con la gestión activa e indexada. En octubre, BlackRock completó la primera de tres adquisiciones —Global Infrastructure Partners (GIP)— para eliminar la frontera que frenaba la inversión.
Ahora, creemos que tenemos la oportunidad de hacer con la división entre mercado cotizado y privado lo que hicimos con la gestión activa e indexada.
GIP y la oportunidad de las infraestructuras
GIP posee algunos de los activos de infraestructuras más importantes del mundo en nombre de nuestros clientes: el aeropuerto londinense de Gatwick, además de importantes redes de transporte de energía y más de 40 centros de datos mundiales. Son expertos en encontrar las inversiones en infraestructuras más atractivas del mundo y en canalizar capital para construirlas o mejorarlas. Dicho de otro modo, GIP es, en sí mismo, un conducto que conecta directamente a los clientes de BlackRock con el auge mundial de la inversión de 68 billones de dólares en infraestructuras, incluidos los centros de datos.
Como subrayó recientemente el consejero delegado de Nvidia, Jensen Huang, «ahora mismo, tenemos 150.000 millones de dólares de infraestructura de IA y tenemos que ir construyendo por valor de billones de dólares; por eso nos hemos asociado con BlackRock»22. Esa asociación también es con xAI, Microsoft, MGX y, mucho más importante, con los clientes de BlackRock23. Su capital será el que impulse el auge de la tecnología que definirá este siglo, y el que cosechará sus beneficios. Todo ello es posible gracias a GIP.
Igual que con el anuncio sobre unos puertos emblemáticos del mes pasado, un principio de acuerdo que abarca una red de 43 puertos en 23 países. Uno de cada 20 contenedores que se mueven por el mundo pasa por estos puertos cada año24.
Entre nuestros socios figuran uno de los líderes mundiales del transporte marítimo y la logística —Mediterranean Shipping Company (MSC)— y uno de los mayores operadores mundiales de terminales de contenedores —Terminal Investment Limited (TiL)—. Tras el cierre de esta operación, nuestro consorcio dispondrá de una cartera de aproximadamente 100 puertos en todo el mundo. Juntos sabemos cómo invertir, controlar y explotar estos activos. De hecho, GIP es experta en mejorar la eficiencia de las infraestructuras. Cuando compró el aeropuerto de Gatwick, consiguió reducir a menos de la mitad el tiempo en los controles de seguridad, en parte gracias a soluciones sencillas, como bandejas de equipaje de gran tamaño. Con ello, los viajeros disponen de más tiempo para comprar y comer, lo que aumenta la rentabilidad del aeropuerto. En otras palabras, no nos limitamos a dar a nuestros clientes acceso a más infraestructuras, sino a buenas infraestructuras que mejoramos25.
HPS, Preqin y por qué los mercados privados no tienen por qué ser opacos
Al tiempo que cerrábamos el trato con GIP, BlackRock también estaba ocupada con otras dos adquisiciones importantes. Comenzamos el verano de 2024 anunciando la adquisión prevista de Preqin, una de las principales firmas de datos de mercados privados del mundo. Posteriormente, terminamos el año anunciando la adquisición prevista de HPS Investment Partners, una gestora de deuda corporativa privada de primer orden.
Estas adquisiciones darán a nuestros clientes un acceso más directo a los mercados privados, los que financian las empresas mundiales y hacen que sigan en marcha las economías de consumo. Pero también hay en juego un pensamiento estratégico más profundo y a largo plazo.
Durante décadas, los mercados privados han sido uno de los rincones más opacos de las finanzas. Los inversores saben que estos activos tienen valor a largo plazo, pero ¿cuánto valor exactamente? No siempre es fácil determinarlo.
Una buena analogía es un inmueble. Si vas a comprar una casa, querrás saber si estás pagando un precio justo, y hay formas de saberlo. Puedes consultar las referencias del barrio, las ventas recientes o las tendencias históricas de revalorización; empresas como Zillow han hecho que esto sea sencillo. Pero hoy en día, invertir en mercados privados se parece un poco a comprar una casa en un barrio desconocido antes de que existiera Zillow, cuando era difícil o imposible conocer los precios exactos. Esta falta de transparencia desalienta la inversión.
Nuestras adquisiciones pretenden cambiar esta situación. Preqin, por ejemplo, ofrece el conjunto de datos sobre mercados privados más completo del sector. La empresa hace un seguimiento de más de 190.000 fondos y 60.000 gestores. Este amplio conjunto de datos aporta claridad sobre el rendimiento de los gestores y los fondos, además de ofrecer valoraciones comparables de los activos que poseen. En otras palabras, Preqin hace por los mercados privados lo que Zillow hizo por la vivienda. O, si se prefiere una comparación con el sector financiero, lo que los terminales de Bloomberg hicieron por la renta variable y la renta fija.
Pero la visión va más allá.
Con datos más claros y actualizados, es posible indexar los mercados privados como se hace ahora con el S&P 500. Una vez que eso ocurra, los mercados privados serán accesibles y sencillos. Será fácil comprar. Y será fácil hacer el seguimiento. Y eso significa que el capital fluirá con mayor libertad por toda la economía. La rueda de la prosperidad girará más rápido, generando más crecimiento, no solo para la economía mundial o los grandes inversores institucionales, sino para inversores de todo el mundo, independientemente de su tamaño.
Con datos más claros y actualizados, es posible indexar los mercados privados como se hace ahora con el S&P 500. Una vez que eso ocurra, los mercados privados serán accesibles y sencillos. Será fácil comprar. Y será fácil hacer el seguimiento.
Una nueva era para la inversión
En cierto modo, este momento parece el punto de inflexión de los comienzos de BlackRock.
En 1988, nuestro primer empleado —el difunto y añorado Charles Hallac— compró un único ordenador, que costó 25.000 dólares y tenía aproximadamente el tamaño de una lavadora.
Charlie lo encajó entre el frigorífico y la cafetera, y con esa única máquina empezó a desarrollar Aladdin. El software proporcionó a los inversores algo que nunca habían tenido: una visión clara y unificada del riesgo de una cartera. Cambió radicalmente la forma en que funcionaba el proceso de invertir.
El inventor de Aladdin, Charles «Charlie» Hallac (1964-2015)
A lo largo de estos 37 años, la creación de BlackRock no solo supuso el inicio de una empresa, sino la transformación de todo un sector. Dentro de unas décadas, podríamos considerar 2025 como otro momento crucial, en el que el panorama financiero volvió a cambiar.
Pero este futuro no lo determinarán únicamente los gestores de activos. Los mercados nunca existen de forma aislada. Las reglas económicas que elijamos, las políticas de inversión que adoptemos y la forma en que los países atraigan y repartan el capital determinarán quién se beneficiará y en qué medida se extenderá la prosperidad.
Ese es el reto que voy a abordar a continuación.
Y qué mejor lugar para empezar que donde la mayoría de nosotros esperamos acabar: en una jubilación cómoda y sin preocupaciones financieras.
Cómo entre todos podemos democratizar la inversión
El 30 de septiembre de 1933, en plena Gran Depresión, un pequeño periódico californiano, The Long Beach Telegram, publicó una carta firmada por Francis Townsend, un médico local que la había escrito en un arrebato de rabia tras presenciar cómo unas ancianas rebuscaban comida en la calle. Su propuesta de asignar 200 dólares al mes para cada ciudadano estadounidense mayor de 60 años desencadenó un movimiento que posteriormente dio lugar a la Seguridad Social en Estados Unidos26.
De acuerdo con la Oficina del Censo de EE. UU., la Seguridad Social evita que cerca de 30 millones de estadounidenses caigan en la pobreza cada año, un logro extraordinario27. Sin embargo, las previsiones apuntan a que los fondos de jubilación e invalidez de la Seguridad Social se agotarán en 2035. A partir de entonces, los beneficiarios únicamente recibirían el 83% de las prestaciones prometidas, porcentaje que además irá disminuyendo con el tiempo28.
Pero no basta con apuntalar la Seguridad Social. El sistema se diseñó para hacer exactamente lo que Francis Townsend tenía en mente: evitar que los ancianos caigan en la pobreza. Sin embargo, escapar a la pobreza no es no es lo mismo que conseguir la estabilidad financiera. Por ese motivo, hoy en día, a pesar del compromiso de la Seguridad Social, más de la mitad de los estadounidenses sigue teniendo más miedo de seguir vivo cuando se le acaben los ahorros que de la propia muerte29.
Un buen sistema de jubilación debe proporcionar una red de seguridad que sostenga a las personas que caen, pero también una escalera por la que ascender, un modo de aumentar los ahorros e incrementar el patrimonio un año tras otro. Ahí es donde Estados Unidos falla. Ahora mismo, el país se centra sobre todo en evitar que la gente se hunda del todo, como debe ser, si bien Estados Unidos debe poner el mismo empeño en ayudar a la gente a ascender todo lo posible mediante la inversión.
Más de la mitad del dinero que gestiona BlackRock es dinero destinado a la jubilación30. Es nuestro negocio principal, lo cual tiene sentido: Para la mayoría de las personas, las cuentas de ahorro para la jubilación son su primera —y a menudo única— experiencia con la inversión. Por lo tanto, si realmente queremos democratizar la inversión, el punto de partida es la jubilación.
Redefining retirement – it’s all of our work. Encuesta de BlackRock, 2025
Un buen sistema de jubilación debe proporcionar una red de seguridad que sostenga a las personas que caen, pero también debe ofrecer una escalera por la que ascender, un modo de aumentar sus ahorros e incrementar el patrimonio un año tras otro.
Aunque BlackRock ayuda a invertir de cara a la jubilación en todo el mundo, en esta sección quiero centrarme en Estados Unidos porque la situación es grave. Las pensiones públicas se enfrentan a enormes déficits. A escala nacional, los datos muestran que solo están financiadas en un 80%, un porcentaje probablemente demasiado optimista.31. Entretanto, un tercio del país no dispone de ningún tipo de ahorro para la jubilación. Ni pensión, ni plan de jubilación 401(k), ni nada32.
Y mientras el dinero escasea, vivimos cada vez más. En la actualidad, si dos cónyuges llegan a los 65 años, hay un 50% de probabilidades de que al menos uno de ellos viva hasta los 90 años33. Además, con avances biomédicos como los fármacos agonistas del receptor GLP-1, muchas más enfermedades crónicas podrían tener pronto cura.
Es una bendición extraordinaria que, sin embargo, pone de relieve algo frustrante: que somos muy buenos alargando la vida de la gente, pero apenas nos esforzamos por ayudarles a financiar esos años extra.
Los problemas de los que no hablamos son los que más deberían preocuparnos. Y, según ese criterio, estoy menos preocupado por la crisis de la jubilación en Estados Unidos de lo que estaba hace un mes.
En marzo, BlackRock organizó una cumbre sobre jubilación en Washington D.C., que reunió a republicanos y demócratas, gestores de activos y fondos de pensiones, propietarios de pequeñas empresas, bomberos, profesores, miembros de sindicatos y agricultores. Un grupo ecléctico, que era de lo que se trataba. Las grandes ideas pueden surgir en lugares inesperados. Al fin y al cabo, el programa de jubilación más importante de la historia de Estados Unidos empezó como un artículo de opinión de un médico desconocido en un periódico pequeño.
Esa misma dinámica se adoptó en la cumbre: hubo consenso en torno a ideas prácticas que ayudasen a más estadounidenses a empezar a invertir, aumentar sus ahorros para alcanzar sus objetivos de jubilación y gastar con confianza el dinero ganado, de modo que no tengan por qué tener miedo de quedarse sin dinero y, desde luego, que no tengan que temerle a eso más que a la propia muerte.
De izquierda a derecha: James Slevin (Departamento de Bomberos de Nueva York, Vicepresidente del 1er Distrito, Asociación Internacional de Bomberos), Michelle Crowley (exbombera del Departamento de Bomberos de Biloxi), Shebah Carfagna (dueña de Panache Wellness and Fitness), Nate Wilkins (fundador de Ageless Workout Method), y Gayle King (moderadora, copresentadora de CBS Mornings & Editora en Jefe de Oprah Daily)
En uno de los paneles de la cumbre, un bombero recordó cómo, siendo un novato, se había apuntado a un plan de pensiones sin saberlo. Un bombero veterano le dio un formulario y la siguiente orden: «Firma. Me lo agradecerás dentro de 25 años». Y así lo hizo.
Todos los estadounidenses merecen empezar a invertir con la misma facilidad. Pero millones de ellos ni siquiera tienen la opción de invertir.
Hay tres maneras de empezar a abordar esta cuestión.
La primera es aumentar el colchón de ahorro para emergencias. Nadie invierte en su jubilación si le preocupa tener que pagar al día siguiente el pinchazo de una rueda o una visita a urgencias. Pero esa es la realidad para un tercio de los votantes estadounidenses, que afirman que serían incapaces de hacer frente a un gasto inesperado de 500 dólares34.
¿Cuál es la solución? La fundación filantrópica de BlackRock ha colaborado con un grupo de organizaciones sin ánimo de lucro en el establecimiento de una Iniciativa de Ahorro para Emergencias, programa que ha ayudado principalmente a estadounidenses de renta baja a destinar 2.000 millones de dólares a «cuentas de ahorro para emergencias»35. Hemos constatado que las personas que disponen de estos fondos para imprevistos tienen muchas más probabilidades, un 70% más según un estudio, de invertir en su jubilación36.
El Congreso hizo extensiva esta idea a todo el país en 2022 con la Ley SECURE 2.0, que permite a los trabajadores ahorrar hasta 2.500 dólares en cuentas para emergencias vinculadas a planes de jubilación, que incluyen aportaciones de la empresa y la posibilidad de retirar fondos fácilmente37. Pero es solo el principio. Podemos simplificar aún más las normas, aumentar los límites de las aportaciones y permitir la inscripción automática en cuentas de emergencia independientes.
En segundo lugar, reducir la brecha en el acceso al plan 401(k) en las pequeñas empresas estadounidenses. La mitad de los estadounidenses trabajan en pequeñas empresas, pero casi la mitad de esas empresas no ofrecen plan de jubilación alguno38. Y esto tiene arreglo. Los estados que experimentan con incentivos han fomentado la adopción del plan 401(k) y el ahorro de los empleados. Los responsables políticos pueden hacer más en este ámbito, ayudando a las pequeñas empresas a ofrecer planes e inscribir automáticamente a los trabajadores.
En tercer lugar, ayudar a la gente a empezar a invertir antes. En nuestra cumbre sobre la jubilación, los senadores Cory Booker (demócrata, por New Jersey) y Todd Young (republicano, por Indiana) hablaron de una variante basada en el mercado de los baby bonds (cuentas de ahorro infantiles financiadas con fondos públicos). La idea no es otra que abrir una cuenta de inversión para cada niño estadounidense el día de su nacimiento. El senador Booker mencionó que podría financiarse redirigiendo una fracción de las exenciones fiscales actuales que benefician sobre todo a los ricos. El concepto es interesante. Hasta una cantidad pequeña puede convertirse en una gran cartera a lo largo de toda una vida.
Todos los estadounidenses merecen empezar a invertir con la misma facilidad. Pero millones de ellos ni siquiera tienen la opción de invertir.
De izquierda a derecha: el senador Cory Booker (D-NJ), el senador Todd Young (R-IN) y Shai Akabas, del Bipartisan Policy Center
Muchos responsables políticos estatales y federales han propuesto distintas versiones del plan a lo largo de los años, y en mi opinión es una idea que merece la pena revisar. La verdadera recompensa no es simplemente económica, es fundamental. Cuando los ciudadanos son propietarios de una parte de la economía, no solo se benefician del crecimiento, sino que creen en él. Ser propietario crea un vínculo. Hace participar a los observadores pasivos.
Imaginemos un niño nacido hoy cuyo patrimonio personal crezca al mismo ritmo que la riqueza de Estados Unidos. Esto podría ser una democracia económica: un país donde todo el mundo cuente con la nueva vía de la inversión para aspirar a la felicidad y la independencia financiera.
Esto podría ser una democracia económica: un país donde todo el mundo cuente con la nueva vía de la inversión para aspirar a la felicidad y la independencia financiera.
¿Cómo se llega a los 2.089.000 dólares?
Una vez que la gente empieza a invertir para la jubilación, el objetivo es sencillo: hacer que su dinero crezca, tanto y tan rápido como sea posible.
En enero, BlackRock preguntó a los estadounidenses en una encuesta cuánto dinero necesitarían para jubilarse cómodamente. Al hacer la media de las repuestas, la cantidad resultante fue de algo más de 2 millones de dólares.
2.089.000 dólares, para ser exactos. Eso es mucho. Más de lo que esperaba. Y casi nadie se acerca a esa cifra. Ni siquiera la generación X, cuyos miembros de mayor edad empezarán a jubilarse dentro de cinco años. De hecho, el 62% ha ahorrado menos de 150.000 dólares39.
Vamos a necesitar formas mejores de dinamizar las carteras. Como he escrito antes, activos privados como los del sector inmobiliario y las infraestructuras pueden mejorar la rentabilidad y proteger a los inversores durante las fases bajistas del mercado.
Los fondos de pensiones llevan décadas invirtiendo en estos activos, no así los planes 401(k), siendo uno de los motivos por el que los primeros suelen batir a los últimos en cerca del 0,5% anual40.
Aunque medio punto porcentual pueda no parecer mucho, se va acumulando con el tiempo. BlackRock calcula que, a lo largo de 40 años, un 0,5% más de rentabilidad anual se traduce en un incremento del 14,5% en el dinero de su plan 401(k), cantidad suficiente para financiar nueve años más de jubilación, lo que ayudaría a dejar de trabajar en el momento deseado. Dicho de otro modo, los activos privados acaban de concedernos nueve años más para estar con nuestros nietos41.
Y si los activos privados tienen tan buena rentabilidad, ¿por qué no están en su plan 401(k)? Una de las principales razones es que se trata de un territorio desconocido para los proveedores de 401(k) que seleccionan las inversiones que aparecen en el plan.
Cuando se invierte en activos privados —en un puente, por ejemplo—, los valores de esos activos no se actualizan diariamente y no se puede retirar el dinero cuando uno quiera. Al fin y al cabo, es un puente, no una acción. Aunque BlackRock, como ya he escrito, trabaja para que los mercados de estos activos sean más líquidos y transparentes en cuanto a precios, muchos proveedores de planes 401(k) todavía no se han adaptado a este panorama financiero en evolución. De hecho, la inclusión de activos como bienes inmuebles o infraestructuras en un plan 401(k) solo ha sido factible en los últimos cinco o diez años.
Este es un tema complejo que requiere una aclaración. Los gestores de activos, especialistas del mercado privado, consultores y asesores desempeñan un papel a la hora de orientar a los proveedores de planes 401(k). Y uno de los motivos por el que escribo esta carta es el de abrirnos paso en la niebla. Hay que dejarlo claro: los activos privados en las cuentas de jubilación son legales. Son beneficiosos y son cada vez más transparentes.
Los fondos con vencimiento definido son un buen punto de partida. A la gente le encanta su sencillez porque solo tiene que elegir el año en el que planea jubilarse —2040, 2055, 2060— y dejar que el fondo haga el resto. Esa simplicidad hace que estos fondos de vencimiento definido sean perfectos para introducir activos privados. Obstáculos habituales para los proveedores de planes 401(k) como las valoraciones diarias o la liquidez inmediata, importan mucho menos cuando se invierte a lo largo de varias décadas.
Dicho de otro modo, los activos privados acaban de concedernos nueve años más para estar con nuestros nietos.
¿Cómo podemos ayudar a la gente a gestionar cómo gastar sus ahorros?
Crear un colchón financiero es solo la mitad del reto; la otra mitad, en particular para quienes ahorran en planes 401(k), radica en saber cómo gastarlo.
Para la mayoría de los pensionistas, esto no es una preocupación. Sus ingresos llegan todos lo meses, como una nómina. Pero un plan 401(k) no viene con instrucciones al respecto. Al jubilarse, el titular recibe todo de golpe y le piden que le dure el resto de su vida, aunque desconozca de cuánto tiempo se trata.
¿Cuál el resultado? Hasta los jubilados que tienen buenos ahorros, a menudo gastan demasiado poco, atenazados por el miedo a quedarse sin nada. Achican los sueños y postergan su felicidad. Como dijo el economista Bill Sharpe, es el problema «más desagradable y duro de las finanzas». Duro, sí, pero tiene solución.
El año pasado, BlackRock presentó LifePath Paycheck® para hacer frente a ese miedo. Es una solución que ofrece convertir los ahorros para la jubilación de un plan 401(k) en ingresos mensuales estables y fiables. En apenas un año, LifePath Paycheck® ya ha atraído a seis clientes patrocinadores de planes que representan a 200.000 personas que ahorran para la jubilación.
Pero no cantemos victoria. El problema no hará sino agudizarse a medida que empiecen a jubilarse los mayores de la generación X, la primera generación que dependerá principalmente de los planes 401(k). Y la adopción de estos planes está creciendo con los milenials y la generación Z. Sus empresas tienen que ofrecer soluciones que conviertan sus ahorros en ingresos predecibles. De este modo, todos los estadounidenses podrán jubilarse con confianza.
No se puede democratizar la inversión cuando se tarda 13 años en construir una línea eléctrica.
En EE. UU., la inversión en la jubilación representa alrededor del 30% del dinero que surca el mercado bursátil42. Es una oportunidad única para ayudar a más personas a crecer junto con la economía. Pero del mismo modo que la jubilación no representa a todo el mercado, tampoco es toda la solución.
Me explico, dar a los inversores en pensiones acceso a las infraestructuras no importa mucho si estas nunca llegan a construirse, como ocurre a menudo hoy en día.
Tanto en Estados Unidos como en la Unión Europea suele llevar más tiempo autorizar los proyectos de infraestructuras que construirlos. Una línea eléctrica de alta tensión puede tardar 13 años en ser aprobada, algo que China hace en una cuarta parte del tiempo43.
Ezra Klein y Derek Thompson ilustran con maestría la pesadilla de los permisos en su nuevo libro, Abundance. Un pasaje especialmente ilustrativo sitúa el estancado proyecto del tren bala de California en un contexto histórico:
«California (...) construyó en la década de 1860 prácticamente toda la parte occidental del Ferrocarril Transcontinental, salvo algunos cientos de kilómetros. Un proyecto de casi 3.000 kilómetros que se realizó en solo seis años. En la actualidad, seis años son aproximadamente lo que tarda California en percatarse de que su tren bala debe retrasarse otra década.
En el tiempo que California lleva sin completar un sistema ferroviario de alta velocidad de 800 kilómetros, China ha construido más de 37.000 km de ferrocarril de alta velocidad».
Sin embargo, según los autores, los retrasos en la infraestructura energética son los que «podrían ser caóticos en el mejor de los casos, y catastróficos en el peor»44.
La demanda mundial de electricidad se dispara, debido en parte al auge de la inteligencia artificial (IA). Un solo centro de datos puede llegar a consumir 1 gigavatio de electricidad. Lo suficiente para abastecer a toda la ciudad de Honolulu el día más caluroso del año45. En estados como Utah, Ohio y Texas, las compañías eléctricas ya han advertido de que la demanda de electricidad vinculada con la IA superará la capacidad de sus redes. Hasta Silicon Valley Power ha dejado de aceptar nuevas solicitudes de centros de datos46.
Sin inversiones a gran escala en producción y transporte de energía —así como en los técnicos e ingenieros necesarios para desarrollarlas—, nos encontraremos ante una disyuntiva inadmisible: ¿electricidad para las personas o para las máquinas? Y una sociedad que opta por refrigerar servidores mientras su población se asfixia de calor o se congela de frío, ha perdido de vista sus prioridades fundamentales.
Necesitamos pragmatismo en materia de energía. Y eso empieza por arreglar los lentos y deficientes procesos de concesión de permisos en Estados Unidos y Europa, pero también significa tener una visión clara de nuestro mix energético.
La mayor parte de las nuevas inversiones en infraestructuras se han dirigido a las energías renovables. Pero sin grandes avances en almacenamiento, la energía eólica y la solar por sí solas no bastan para darnos luz de forma fiable. A corto plazo, más de la mitad de la electricidad que abastece a los centros de datos debe proceder de fuentes de energía gestionables.
De lo contrario, el aire acondicionado se apagará, los servidores se sobrecalentarán y los centros de datos cerrarán47.
¿De dónde procede la electricidad gestionable? Una de las fuentes es la energía nuclear, pero es cada vez más escasa. En los últimos 55 años, Estados Unidos ha cerrado más centrales nucleares de las que ha construido. Como escriben Klein y Thompson, «no se debe a un fracaso del mercado privado a la hora de asumir responsablemente el riesgo, sino del gobierno federal a la hora de sopesar adecuadamente el riesgo» 48.
Al fin y al cabo, la energía nuclear de hoy ya no es el viejo modelo de grandes centrales con amenazantes torres de refrigeración. Los reactores modulares pequeños (SMR, por sus siglas en inglés) son lo opuesto a la vieja energía nuclear: más baratos de construir, más seguros de gestionar y pueden plantarse en cualquier parte.
China no está de brazos cruzados. Está desarrollando 100 gigavatios de energía nuclear, que —cuando estén terminados— supondrán el suministro de la mitad de la energía nuclear del planeta. ¿Por qué esta apuesta tan fuerte de China por la energía nuclear? Porque ven en la descarbonización la forma de apropiarse del futuro de la industria 49.
Pensemos en BYD. El fabricante chino vende más vehículos eléctricos que cualquier otra empresa del mundo. El año que viene, tienen previsto añadir a sus coches funciones totalmente autónomas, al mismo precio que los modelos del año pasado50. Ya venden vehículos eléctricos por solo 10.000 dólares, un precio que ningún fabricante estadounidense o europeo puede igualar. En un plazo de cinco años, China podría haber prescindido por completo de los motores de combustión interna, no solo por razones medioambientales, sino también para dominar el mercado mundial de vehículos sin conductor y propulsados por baterías, coches que no necesitan gasolina y cuestan un tercio que los de sus competidores extranjeros.
Sin inversiones a gran escala en producción y transporte de energía (...) nos enfrentaremos a una disyuntiva inaceptable: ¿electricidad para las personas o para las máquinas? Y una sociedad que opta por refrigerar servidores mientras su población se asfixia de calor o se congela de frío, ha perdido de vista sus prioridades fundamentales.
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Existe una relación fascinante entre la riqueza de un país y su consumo de energía. La correlación es prácticamente perfecta: cuanta más energía, mayor riqueza. Sin embargo, en algún momento, se supone que esta relación se rompe.
A medida que las economías se enriquecen, suelen mantener el crecimiento con menos energía adicional gracias a una mayor eficiencia, aunque podría argumentarse que esto ya no es así. Hasta en las naciones más ricas, la prosperidad se define una vez más por nuestra capacidad —y nuestra voluntad— de producir y consumir más energía.
¿Vale la pena renovar el optimismo sobre Europa?
BlackRock nació en Estados Unidos y nuestros primeros clientes estaban en Japón, pero fue Europa la que nos hizo verdaderamente globales.
La adquisición en 2006 del negocio de gestión de activos de Merrill Lynch, con sede en Londres, nos situó en la senda de convertirnos en el mayor gestor de activos del mundo. En la actualidad, gestionamos 2,7 billones de dólares para nuestros clientes europeos, que incluyen aproximadamente 500 planes de pensiones que dan cobertura a millones de personas.
Durante la última década, las perspectivas económicas de Europa han sido constantemente pesimistas.
Temas como el lento crecimiento, el estancamiento de los mercados y una regulación farragosa han copado los titulares. Mario Draghi, ex primer ministro italiano y exgobernador del Banco Central Europeo (BCE), señaló recientemente que, aunque Europa ha reducido las barreras comerciales con los países de fuera del continente, no ha hecho lo mismo entre los países de la UE. Draghi puso el foco en un análisis del Fondo Monetario Internacional (FMI), que dibuja un sorprendente panorama: para una empresa alemana, ahora puede resultar más atractivo hacer negocios en China que en la vecina Francia52.
No obstante, creo que Europa empieza a despertar. Los responsables políticos con los que hablo —y hablo con muchos— ya están viendo que los obstáculos normativos no van a desaparecer por sí solos. Que hay que abordarlos y que las ventajas son enormes. Según el FMI, reducir las barreras comerciales entre los miembros de la UE al nivel de los estados de EE. UU. podría aumentar la productividad en casi un 7%, lo que sumaría la asombrosa cifra de
1,3 billones de dólares a su economía, el equivalente a tener otra Irlanda y otra Suecia53.
BlackRock nació en Estados Unidos y nuestros primeros clientes estaban en Japón, pero fue Europa la que nos hizo verdaderamente globales.
Mejor aún, la inteligencia artificial podría desactivar la bomba de relojería demográfica de Europa.
El mayor desafío económico del continente es el envejecimiento de la población activa. En 22 de los 27 Estados miembros de la UE, ya está disminuyendo la población en edad de trabajar54. Y puesto que el crecimiento económico depende en gran medida del tamaño de la población activa de un país, Europa se enfrenta al riesgo de un declive económico prolongado. La propia Comisión Europea dio la voz de alarma recientemente: un crecimiento sostenido únicamente es posible si la mano de obra de Europa aumenta, se vuelve más productiva, o ambas cosas55.
Gráfico 3.2:56
Aquí es precisamente donde la IA podría desempeñar un papel crucial. En economías muy dependientes de la industria manufacturera y el trabajo manual, la IA tiene un menor impacto, pero en las economías basadas en servicios, la IA puede automatizar de forma eficaz las tareas, y las ganancias de productividad pueden ser sustanciales.
Es legítima la preocupación de que la IA pueda eliminar puestos de trabajo, pero en sociedades envejecidas y ricas que se enfrentan a una inevitable escasez de mano de obra, la IA puede ser un salvavidas en lugar de una amenaza.
¿Puede el bitcoin debilitar el estatus de moneda de reserva del dólar estadounidense?
Durante décadas, Estados Unidos se ha beneficiado de la condición de moneda de reserva del dólar estadounidense. Sin embargo, no hay garantías de que esto dure para siempre.
El crecimiento de la deuda pública estadounidense ha triplicado el del PIB desde que el reloj de la deuda nacional de Times Square comenzó a funcionar en 198957. Este año, el pago de intereses superará los 952.000 millones de dólares, cifra superior al gasto en defensa. En 2030, el gasto público obligatorio y el servicio de la deuda consumirán todos los ingresos federales, generando así un déficit permanente58.
Si Estados Unidos no controla su deuda y los déficits siguen disparándose, corre el riesgo de perder esa posición en favor de activos digitales como el bitcoin.
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Vaya por delante que obviamente no estoy en contra de los activos digitales (ni mucho menos; véase la siguiente sección), pero dos cosas pueden ser ciertas al mismo tiempo. Las finanzas descentralizadas son una innovación extraordinaria, que hacen a los mercados más ágiles, baratos y transparentes. Sin embargo, esa misma innovación podría socavar la ventaja económica de Estados Unidos si los inversores comienzan a ver el bitcoin como una apuesta más segura que el dólar.
La tokenización es democratización
El dinero del mundo fluye por cañerías que se construyeron cuando en los parqués aún se gritaban las órdenes de compra y venta, y un fax resultaba algo revolucionario.
Tenemos el ejemplo de la red SWIFT (siglas inglesas de Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication). Es el sistema que permite realizar diariamente transacciones internacionales por valor de billones de dólares y funciona de forma parecida a una carrera de relevos. Los bancos transmiten las instrucciones una por una, comprobando meticulosamente los detalles en cada paso. Ese planteamiento de relevos tenía sentido en la década de 1970, una época analógica en la que los mercados eran mucho más pequeños y las transacciones diarias mucho menores. Pero hoy día, depender del sistema SWIFT es como enviar un correo electrónico desde una oficina de correos.
La tokenización cambia todo eso. Si SWIFT fuera el servicio postal, la tokenización sería el propio correo electrónico: los activos se mueven directa e instantáneamente, sin necesidad de intermediarios.
¿Qué es la tokenización exactamente? Algo que convierte activos del mundo real —acciones, bonos, inmuebles— en fichas digitales o tokens que pueden negociarse online. Cada token certifica la propiedad de un activo concreto, como si de unas escrituras digitales se tratase. A diferencia de los certificados tradicionales en papel, los tokens residen de manera segura en una cadena de bloques o blockchain, lo que permite comprar, vender y transferir al instante sin engorrosos trámites ni periodos de espera.
Todas las acciones, bonos, fondos, todos los activos, pueden tokenizarse. Y, de materializarse, supondrá una revolución en el mundo de la inversión. Los mercados no tendrían que cerrar. Transacciones que actualmente llevan días, se liquidarían en cuestión de segundos. Y miles de millones de dólares actualmente inmovilizados por las demoras en la liquidación podrían reinvertirse de forma inmediata en la economía, generando más crecimiento.
Todas las acciones, bonos, fondos, todos los activos, pueden tokenizarse. Y, de materializarse, supondrá una revolución en el mundo de la inversión.
Y lo que es más importante, la tokenización hace que la inversión sea mucho más democrática.
Puede democratizar el acceso. La tokenización permite ser propietario de fracciones, lo que significa que los activos podrían dividirse en trozos infinitamente pequeños. Esto reduce una de las barreras a la inversión en activos de gran valor, antes inaccesibles, como el real estate y el private equity.
Puede democratizar el voto de los accionistas. El propietario de un valor tiene derecho a votar las propuestas de los accionistas de la empresa. La tokenización hace esto más fácil porque los derechos de propiedad y voto se rastrean digitalmente, lo que le permite votar sin problemas y de forma segura en cualquier lugar.
Puede democratizar la rentabilidad. Algunas inversiones producen rendimientos mucho mayores que otras, pero solo los grandes inversores pueden acceder a ellas. ¿Por qué motivo? Por las barreras legales, operativas y burocráticas. La tokenización elimina este obstáculo y permite que más personas accedan a rentabilidades potencialmente más elevadas.
Espero que algún día los fondos tokenizados resulten tan familiares para los inversores como los ETFs, siempre que se resuelva un problema crucial: la verificación de la identidad.
Las transacciones financieras exigen rigurosos controles de identidad. Apple Pay y las tarjetas de crédito gestionan la verificación de identidad sin esfuerzo, miles de millones de veces al día. Los centros de negociación como NYSE y MarketAxess consiguen hacer lo mismo en la compra y venta de valores. Sin embargo, los activos tokenizados no van a funcionar a través de esos canales tradicionales, lo que significa que necesitamos un nuevo sistema de verificación de la identidad digital. Parece complejo, pero la India, el país más poblado del mundo, ya lo ha hecho. En la actualidad, más del 90% de los indios pueden verificar transacciones de forma segura directamente desde sus teléfonos inteligentes60.
La conclusión es clara. Si queremos de verdad crear un sistema financiero eficiente y accesible, no basta con defender la tokenización. También debemos resolver la verificación digital.
En 1761, unos 80 años después de que el Jonathan's Coffee House se convirtiera en el corazón de la vida financiera de Londres, un grupo de 150 comerciantes adinerados intentó cerrar las puertas.
Ofrecieron al propietario del establecimiento 1.200 libras al año —unos 10 años de salario para un trabajador medio— por el uso exclusivo del espacio durante las horas clave de negociación. En esencia, lo que querían era crear un mercado privado.
Pero la comunidad londinense de inversores no estuvo de acuerdo. Protestaron, argumentaron su caso ante los tribunales y, al cabo de dos años, ganaron. Los mercados debían permanecer abiertos.
Todo el mundo podía invertir61.
Desde nuestro punto de vista actual, la historia de las finanzas puede parecer una larga y constante marcha hacia una mayor democracia: con más inversores, una participación más amplia y una mayor prosperidad. Y en gran medida, así ha sido. Pero dicha democratización nunca estuvo garantizada. Y sigue sin estarlo.
Los mercados no evolucionan de forma natural para servir a todos por igual. Requieren un esfuerzo incesante, decisiones conscientes y una vigilancia constante, de las protestas en los cafés de hace siglos a los complejos debates actuales sobre la política de jubilación, la tokenización, la inversión en infraestructuras y la inteligencia artificial.
Es un trabajo exigente, pero en BlackRock llevamos 37 años haciéndolo siendo fiduciarios de nuestros clientes. Y no ha pasado ni un solo día en el que no haya merecido la pena todo el esfuerzo.
Porque ningún sistema ideado por el ser humano ha contribuido tanto a generar riqueza para un mayor número de personas que los mercados de capitales.
La gente invierte sus ahorros —ya sean 50 florines o 50.000 dólares— y esa inversión se transforma en carreteras y escuelas, en empresas y tecnologías de vanguardia, elementos que potencian nuestras economías, haciendo que la riqueza repercuta en millones de personas, permitiendo que esa gente se preocupe menos por las finanzas domésticas y pase más tiempo disfrutando de la vida con sus seres queridos.
Siempre he sostenido que invertir es un acto de esperanza, que nadie invierte a largo plazo a menos que crea que el futuro será mejor que el presente. Pero no es del todo cierto. Invertir no es solo un acto de esperanza; invertir es lo que convierte nuestras esperanzas en realidad.
Es algo que merece la pena proteger.
Es algo que merece la pena ampliar.
Es algo que merece la pena democratizar.
2024-2025
El pasado otoño, celebramos el 25 aniversario de la salida a bolsa de BlackRock. Lo hicimos con la acción a 14 dólares y con solo 650 empleados en plantilla. Gestionábamos 165.000 millones de dólares de activos de nuestros clientes, principalmente de renta fija, y acabábamos de empezar a vender externamente la tecnología de Aladdin.
En la actualidad, gestionamos 11,6 billones de dólares para nuestros clientes, y Aladdin genera más de 1.600 millones de dólares de ingresos al año. Contamos ahora con cerca de 23.000 empleados y oficinas en más de 30 países. Nuestras acciones cerraron 2024 en más de 1.000 dólares por título. Pero aunque hayan pasado 25 años desde nuestra salida a bolsa y 37 años desde nuestra fundación, estamos, en muchos sentidos, solo al principio de la historia de BlackRock.
El año 2024 marcó un hito para BlackRock. Los clientes nos confiaron una cifra récord de entradas netas de 641.000 millones de dólares. Incorporamos 1,5 billones de dólares a los activos gestionados y registramos un récord de ingresos y beneficios de explotación, además de una rentabilidad total para nuestros accionistas del 29%.
En un entorno dinámico de inversión y asunción de un mayor riesgo, los clientes querían volver a los mercados de una forma más activa; y lo hicieron con BlackRock. Cerramos el año con trimestres consecutivos de entradas netas récord, terminando el ejercicio con unas entradas netas de 281.000 millones de dólares en el cuarto trimestre, y un crecimiento orgánico del 7% de las comisiones base. Y lo que es más importante, ese crecimiento orgánico fue generalizado entre instituciones, patrimonios y regiones. Los clientes quieren consolidar más sus carteras con un socio que les acompañe a largo plazo en la consecución de sus propias ambiciones comerciales y objetivos de cartera. Quieren carteras que se integren sin fisuras en los mercados cotizados y privados, que sean dinámicas y que se basen en datos, tecnología y gestión de riesgos.
Esta actividad histórica por parte de los clientes ocurrió mientras implementábamos una de las adquisiciones más importantes desde BGI hace más de 15 años. Está previsto que el cierre de las operaciones con GIP y Preqin, y la adquisición prevista de HPS a finales de este año, amplíen y mejoren nuestras capacidades de inversión y datos en los mercados privados.
Nuestra estrategia siempre se ha centrado en el cliente y hemos invertido de manera deliberada en atender todas sus necesidades. Hemos construido una plataforma diferenciada de gestión de activos y tecnología financiera totalmente integrada en los mercados cotizados y privados.
Tras la adquisición prevista de HPS, prevemos que la plataforma de activos alternativos de BlackRock se convierta en uno de los cinco principales proveedores para clientes, con 600.000 millones de dólares en activos de clientes e ingresos anuales superiores a los 3.000 millones de dólares. Esto se integrará en la plataforma de BlackRock, que ya alberga la mayor franquicia mundial de ETFs, activos de renta fija de 3 billones de dólares, un negocio de gestión de activos para seguros de 700.000 millones de dólares, servicios de asesoría y Aladdin, nuestra tecnología de eficacia demostrada.
Aladdin es el motor de todo un ecosistema de carteras en mercados cotizados y privados gracias a la herramienta eFront y a la reciente adquisición de Preqin. Esta plataforma en crecimiento transforma el perfil de BlackRock, una transformación que consideramos atiende las necesidades de los clientes y que se traduce en más del 20% de nuestra base de ingresos en productos y servicios a largo plazo y menos sensibles al mercado. Nuestra combinación de ingresos seguirá cambiando orgánicamente a medida que los mercados privados, la tecnología y las soluciones personalizadas experimenten un mayor crecimiento a largo plazo. Creemos que esto se plasmará en un crecimiento orgánico mayor y más duradero, una mayor resistencia a lo largo de los ciclos del mercado y valor a largo plazo para los accionistas.
Los clientes aprueban nuestra estrategia. Nuestra exitosa trayectoria en adquisiciones e integraciones hace que nuestros clientes tengan una relación más profunda con BlackRock. Nuestra franquicia de ETFs registró entradas netas récord de 390.000 millones de dólares, liderando de nuevo el sector. Desde que compramos iShares, BlackRock ha sido el líder en la expansión del mercado de ETFs, ofreciendo nuevas clases de activos como bonos o criptomonedas, junto con productos de inversión innovadores como las estrategias activas, en un vehículo más líquido y transparente.
Cerca de una cuarta parte de las entradas netas en ETFs se destinaron a productos lanzados en los últimos cinco años. Nuestros ETFs activos generaron entradas netas de 22.000 millones de dólares en 2024, mientras que el ETP de bitcoin de BlackRock en EE. UU. marcó el mejor lanzamiento de un producto cotizados de la historia, superando los 50.000 millones de dólares en activos gestionados en menos de un año y siendo el tercero que más activos acaparó del sector de ETFs, solo por detrás de los fondos que buscan replicar al índice S&P 500. Estamos innovando en productos y carteras y acelerando nuestras capacidades de distribución con el objetivo de ofrecer soluciones de inversión diferenciadas.
Las necesidades de los clientes están propiciando la consolidación del sector y los inversores prefieren cada vez más trabajar con BlackRock por nuestras capacidades como proveedor multiactivo a escala. Lo observamos en el canal patrimonial, donde las carteras modelo gestionadas son la principal forma en que los gestores de patrimonios buscan aumentar sus estrategias y servir mejor a sus clientes. BlackRock cuenta con un negocio de carteras modelo líder, respaldado por nuestras capacidades en multiactivo y multiproducto. También estamos trabajando en toda nuestra plataforma de patrimonio para suministrar ofertas cada vez más personalizadas a nuestros asesores financieros asociados y a sus clientes, por ejemplo mediante cuentas de gestión separada (SMA, por sus siglas en inglés) personalizadas. Ofrecemos SMA indexadas a través de Aperio, que logró su cuarto año récord consecutivo en 2024 con unas entradas netas de 14.000 millones de dólares. Y el año pasado adquirimos SpiderRock Advisors, que ofrece estrategias de superposición de opciones con ventajas fiscales, para ampliar nuestro abanico de ofertas personalizadas en el canal patrimonial.
Entre estos clientes figuran los mayores propietarios de activos, planes de pensiones y empresas del mundo, que están estrechando sus vínculos con BlackRock. Muchos de estos socios corporativos, gracias a estos mayores vínculos con BlackRock, ven efectos de red positivos tanto en su negocio principal como en sus accionistas. El año pasado, nuestros clientes nos confiaron más de 120.000 millones de dólares en mandatos de delegación de gran escala.
El asesoramiento diferenciado y el potencial de generación de alfa de nuestras estrategias de gestión activa siguen calando en los clientes, atrayendo entradas netas de más de 60.000 millones de dólares en 2024. Los flujos activos estuvieron liderados por LifePath, nuestra franquicia de fondos con vencimiento específico, por los mandatos de delegación y por nuestras estrategias sistemáticas de renta variable activa basadas en tecnología y datos. Estamos consiguiendo resultados de inversión a largo plazo y creemos que las estrategias activas pueden ser una ventaja en un entorno que requiere un enfoque más dinámico de las asignaciones.
En renta fija, los clientes están recurriendo a BlackRock para orientarse en un entorno de tipos transitorio, con 164.000 millones de dólares de entradas netas el año pasado. Vemos una importante oportunidad de reasignación para los 10 billones de dólares de efectivo que permanecen al margen, ya que muchos inversores necesitarán rentabilidades superiores al 4% que se obtiene actualmente en una cuenta del mercado monetario para alcanzar objetivos a largo plazo como la jubilación.
Nuestros clientes siguen aumentando las asignaciones a los mercados privados como fuente de diversificación y potencial de generación de alfa no correlacionada. Los 9.000 millones de dólares de entradas netas en los mercados privados incluyeron una elevada demanda de estrategias de infraestructuras y crédito privado.
Los comentarios de los clientes en torno a las adquisiciones recientes y previstas de GIP y HPS han superado incluso nuestras propias expectativas, y esperamos que atraigan entradas netas significativas y un crecimiento de los ingresos en 2025 y años posteriores.
Llevamos algo más de 25 años suministrando la solución tecnológica Aladdin a nuestros clientes y todo empezó tras un intenso debate interno sobre la conveniencia de ofrecerla externamente. Fue una buena decisión para BlackRock y para nuestros clientes. Lo que inicialmente concebimos como una herramienta propia interna de gestión de riesgos es ahora el sistema operativo más completo y plenamente integrado del sector.
En 2024, firmamos algunos de nuestros mandatos más importantes en la historia de Aladdin y más de la mitad de las ventas de Aladdin incluyeron varios productos. Con la adquisición de Preqin, que cerramos a principios de este año, incorporaremos soluciones de datos de mercados privados a nuestra oferta, que permitirán una mayor transparencia y, en última instancia, una mayor capacidad de inversión en estos mercados.
La conectividad con los clientes está propiciando unos resultados históricos y trabajamos en toda nuestra plataforma para ofrecer una experiencia todavía más completa. Nuestros negocios de crecimiento estructural —ETFs, Aladdin, externalización de carteras completas, renta fija— son pilares sólidos para atender a los clientes y cumplir nuestro objetivo de un crecimiento orgánico de las comisiones base del 5% a lo largo del ciclo. Esto, combinado con operaciones estratégicas realizadas en los segmentos de mercados privados y datos, nos da ventaja para aprovechar las oportunidades de mercado que consideramos definirán el futuro de la gestión de activos.
Impulsar nuestra próxima fase de crecimiento
El equipo directivo y el Consejo, en el marco de un análisis constante de nuestra estrategia de crecimiento, dedica tiempo a lo largo del año a evaluar cómo serán nuestro sector y las oportunidades de nuestros clientes en el futuro. Por ejemplo, dentro de cinco años, en 2030, ¿qué oportunidades permitirán un crecimiento diferenciado? ¿Cómo enfocarán los clientes las asignaciones y la generación de alfa en la cartera del futuro?
Creemos que el futuro de la inversión incluirá una mayor integración de las distintas clases de activos y una implementación cada vez más digital. Nuestros clientes ya lo están haciendo. Combinan inversiones en mercados cotizados y privados, activas y referenciadas a índices, y quieren acompañar todo ello con datos y análisis punteros para comprender mejor sus carteras. Estamos ampliando nuestra oferta de productos y capacidades tecnológicas en toda la cartera para atender de forma eficaz a nuestros clientes en las nuevas y cambiantes fronteras de la gestión de activos.
Cuando adquirimos BGI hace 15 años, nuestra decisión de combinar gestión activa e índices fue pionera en el sector; hoy en día, combinar una amplia exposición a los mercados con carteras orientadas a resultados es un estándar del sector. Las operaciones no orgánicas del año pasado tienen la misma pretensión, uniendo para nuestros clientes la inversión en activos cotizados y privados. Gracias a GIP y, próximamente, a HPS, combinaremos franquicias a escala en infraestructuras y crédito privado con las capacidades globales de nuestra plataforma de mercados cotizados. Por otra parte, el reciente cierre e integración de Preqin con Aladdin y eFront permitirá a los clientes disponer de datos más estandarizados y transparentes de los mercados privados.
Los ETFs son una tecnología probada que facilita el acceso a la inversión, tanto a pequeños inversores que hacen su primera incursión en el mercado bursátil como a los mayores propietarios de activos del mundo. El reciente lanzamiento de nuestro ETP de bitcoin es el enésimo ejemplo, ya que ofrece exposición a la criptomoneda junto con las características de eficiencia y descubrimiento de precios de un producto negociado en bolsa. Esto también está ampliando nuestra presencia con más inversores. Más de la mitad de la demanda de nuestro ETP de bitcoin procede de inversores particulares, de los cuales tres cuartas partes nunca antes había invertido en un producto de iShares. Este mismo año, hemos ampliado el acceso al bitcoin a través de un práctico producto negociado en bolsa con lanzamientos en Canadá y Europa.
En el Viejo Continente, los ETFs también están promoviendo el crecimiento de una cultura de la inversión. Cuando los inversores noveles dan sus primeros pasos en los mercados de capitales, a menudo lo hacen a través de productos ETF, sobre todo en los de iShares. Únicamente un tercio de los europeos invierte en los mercados de capitales, en comparación con más del 60% de los estadounidenses. No solo es que no participan del potencial de crecimiento que ofrecen los mercados de capitales en general, sino que a menudo pierden en rentabilidad real, ya que los bajos tipos de interés de las cuentas de ahorro bancarias se ven superados por la inflación. Trabajamos con empresas consolidadas y con otras nuevas en Europa, como Monzo, N26, Revolut, Scalable Capital y Trade Republic, para reducir las barreras a la inversión y fomentar el conocimiento financiero en los mercados locales. Gracias a nuestra plataforma europea de ETFs, que ya supera el billón de dólares y es mayor que la de los cinco emisores siguientes juntos, vemos una grandísima oportunidad de ampliar la oferta regional y ayudar a más particulares a alcanzar sus objetivos financieros a través de los mercados de capitales.
Además, estamos sentando las bases para habilitar el crecimiento en el futuro a medida que los países intentan desarrollar sus propios mercados de capitales. Este año, en mis visitas a Oriente Próximo y Asia, el desarrollo de mercados de capitales locales más sólidos y prósperos ha sido el tema central en muchas de mis conversaciones con los líderes locales. En Arabia Saudí, colaboramos con el Fondo de Inversión Pública para fomentar la inversión y seguir desarrollando sus mercados locales de capital. Y en la India, nuestra empresa conjunta Jio BlackRock está preparando el lanzamiento de una plataforma digital de gestión de activos y patrimonio.
Rentabilidad total anual compuesta desde la salida a bolsa de BlackRock al 31 de diciembre de 2024
Ahora que celebramos 25 años como empresa cotizada, supone también un orgullo la rentabilidad diferenciada que hemos ofrecido a nuestros accionistas. Desde nuestra salida a bolsa en 1999, hemos generado una rentabilidad total anualizada del 21%, frente al 8% del S&P 500 y el 6% del sector financiero.
Nuestra audaz estrategia y nuestras inversiones coordinadas son las que potencian un profundo vínculo con los clientes y una sólida rentabilidad para los accionistas.
Fuente: S&P Global, a 31 de diciembre de 2024. El gráfico de rentabilidad no garantiza necesariamente las rentabilidades futuras de la inversión.
Nuestro talento de categoría mundial ha sido capital en décadas de crecimiento y resultados sostenidos. Analizamos periódicamente la estrategia de talento para asegurarnos de que formamos a líderes completos con una dilatada experiencia en todo nuestro negocio. A principios de año, promocionamos a varios líderes que asumieron nuevas funciones en la empresa.
Después de 20 años creando unas cuantas empresas en BlackRock, Mark Wiedman ha decidido emprender el siguiente capítulo de su carrera fuera de la empresa. Mark ha contribuido a dar forma a la BlackRock que conocemos hoy, incluido su trabajo al frente de iShares, de Corporate Strategy y, más recientemente, de Global Client Business. Mark es un gran amigo mío y le estoy personalmente agradecido por sus contribuciones a la empresa.
Estoy orgulloso del sólido equipo directivo que hemos reunido; además, nuestras adquisiciones recientes y pendientes traerán a nuestra empresa una inyección de grandes talentos. Estamos posicionando personal en toda la plataforma para que aporte valor a nuestros clientes y propulse nuestro negocio hacia el futuro.
Nuestro Consejo de Administración
El Consejo de BlackRock siempre ha sido fundamental para el éxito y crecimiento de la empresa. También es fundamental a la hora de perfilar la estrategia futura y la expansión a nuevos mercados y negocios.
Cada año, revisamos la composición del Consejo para garantizar que contamos con la amplitud de formación y experiencia adecuadas para el asesoramiento de operaciones, la estrategia y la gestión de BlackRock. Nos complace haber dado la bienvenida a Bayo Ogunlesi a nuestro Consejo de Administración el pasado otoño, tras el cierre de la transacción de GIP. Ya nos estamos beneficiando de su amplia experiencia en mercados privados a medida que ampliamos nuestras capacidades en este segmento de rápido crecimiento.
El pasado marzo, el Consejo votó por unanimidad proponer como consejeros en la junta general a Gregory Fleming, consejero delegado de Rockefeller Capital Management, y Kathleen Murphy, expresidenta de Personal Investing en Fidelity Investments. Greg y Kathy tienen una enorme experiencia en servicios financieros y gestión de patrimonios, y creo que ambos aportarán perspectivas diferenciadas al Consejo.
Al mismo tiempo, tenemos la suerte de haber contado como consejero de BlackRock con Marco Antonio Slim Domit, que no se presentará a la reelección este año. La aportación de Tony se define por saber aprovechar su experiencia en inversión en todas las regiones para presentar ideas perspicaces que mejoraron la toma de decisiones del Consejo y, en última instancia, a la propia BlackRock. Estamos agradecidos por sus servicios, y todo el Consejo y el equipo directivo de BlackRock le echarán de menos.
El Consejo de BlackRock seguirá guiando a nuestra empresa en inversión e innovación, todo ello con el objetivo de atender mejor a nuestros clientes, empleados y accionistas.
Cuando salimos a bolsa, lo hicimos convencidos de la importancia del crecimiento y la profundidad de los mercados de capitales. Queríamos compartir nuestro éxito con un número más amplio de personas que invierten para el futuro, incluidos nuestros empleados. Todo eso sigue siendo válido hoy en día. Entramos en 2025 en nuestro punto de inflexión más sólido y veo más oportunidades que nunca para BlackRock, sus clientes y accionistas.
Reciba un cordial saludo,
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Laurence D. Fink
Fundador y CEO










