Estimados clientes de BlackRock y consejeros delegados:

Hace 34 años, cuando mis siete socios y yo fundamos BlackRock, nuestro objetivo era crear una firma de gestión de activos centrada en satisfacer las necesidades de nuestros clientes. Queríamos ofrecer un abanico de opciones —utilizando la tecnología y un conocimiento de carácter global— para ayudar a los clientes a alcanzar sus objetivos de inversión: desde planes de pensiones colectivos para bomberos o profesores hasta el plan de un inversor particular que ahorra para su jubilación y la educación de sus hijos. En las décadas que han transcurrido desde entonces, cada vez más personas han confiado en BlackRock para gestionar sus inversiones, en buena medida porque ofrecemos más opciones que cualquier otra empresa de nuestro sector.

Hoy en día, creemos que la posibilidad de elección puede y debe ampliarse, no sólo a las estrategias en las que invierten los clientes, sino también a la forma en que estos participan en el gobierno corporativo de las empresas en las que se invierte su dinero. En BlackRock, ya lo estamos haciendo a través de lo que denominamos Voting Choice (Elección del voto), una funcionalidad que gracias a la tecnología y la innovación concede a nuestros clientes —los verdaderos propietarios de los activos que gestionamos— la opción de participar de forma mucho más directa en la delegación de voto.

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Un año después de su lanzamiento, estoy convencido de que Voting Choice tiene la capacidad de transformar la relación entre los propietarios de activos y las empresas. Y, si se adopta de forma generalizada, puede mejorar el gobierno corporativo mediante la inclusión de nuevas e importantes voces en la democracia dentro del accionariado.

Hemos visto un enorme interés por parte de nuestros clientes desde su lanzamiento hace un año. Casi la mitad de todos los activos de renta variable indexada que tenemos bajo gestión pueden optar actualmente a Voting Choice. Esto incluye todos los activos de los planes de pensiones públicos y privados que gestionamos en Estados Unidos, así como los planes de jubilación de más de 60 millones de personas en todo el mundo. Hasta la fecha, se han inscrito en Voting Choice clientes que representan el 25% de los 1,8 billones de dólares en activos elegibles, un interés que va en aumento porque el número de clientes interesados en registrarse se ha duplicado desde mayo.

Queda claro que hay inversores que no están dispuestos a quedarse al margen, que tienen una opinión formada sobre el gobierno corporativo y desean una forma relevante de expresarla. Aunque algunos fondos de pensiones llevan mucho tiempo participando activamente en el gobierno corporativo de las empresas, estamos trabajando para que esto sea más fácil y eficiente para un mayor número de inversores. Nos comprometemos a seguir mejorando la oferta. 

En el aniversario de su lanzamiento, vamos a ampliar Voting Choice todavía más incrementando el conjunto de activos de clientes que pueden participar, ampliando la gama de directrices de voto entre las que los clientes pueden elegir, y trabajando para llevar esta posibilidad a inversores particulares de fondos de inversión concretos en el Reino Unido. 

En los últimos años, he escrito cada año una carta a los consejeros delegados de las empresas en las que invierten nuestros clientes para defender, en su nombre, las prácticas empresariales y de gobierno corporativo que consideramos que impulsarán el valor a largo plazo para los accionistas. Como he señalado en estas cartas, el dinero que gestionamos no es nuestro, sino que pertenece a nuestros clientes. La primera carta que escribí en 2012 estaba consagrada a explicar cómo y por qué BlackRock se centraba en el gobierno corporativo para mejorar los resultados financieros de nuestros clientes, que son los propietarios de los activos. Hoy escribo a nuestros clientes y a los consejeros delegados de las empresas para explicarles cómo pienso que Voting Choice puede transformar el diálogo sobre el gobierno corporativo.

La importancia de Stewardship (inversión responsable)

Aunque el derecho de voto de los accionistas ha sido una característica de las empresas cotizadas modernas desde principios de la década de 1930, la importancia del voto delegado y el engagement con las empresas creció de forma espectacular a medida que un mayor número de personas accedió a los mercados de capitales. Los fondos de inversión facilitaron que los hogares invirtiesen de forma eficiente, y los fondos indexados hicieron que la inversión fuera aún más asequible y accesible. En 2021, casi la mitad de los hogares estadounidenses tenían un fondo. Pero los reglamentos de delegación de voto, las normativas y la tecnología han privado del voto a muchos fondos.

A diferencia de los fondos de gestión activa, que pueden vender, y de hecho lo hacen, acciones de una empresa que consideren que tiene un mal gobierno corporativo, los fondos indexados son los inversores a largo plazo por excelencia. El período medio de tenencia de los fondos de gestión activa de todo el sector en Estados Unidos suelen mantener un valor es de solo 18 meses. En cambio, el plazo medio que un fondo indexado comparable mantiene una acción es de 20 años.

BlackRock y otros gestores de activos han invertido en equipos de Stewardship (inversión responsable) para que actúen como un puente esencial entre los propietarios de los activos (planes de pensiones, planes de contribución 401(k) e inversores particulares) y las empresas en las que termina invirtiéndose su dinero. Nuestro equipo de Stewardship se implica con las empresas y sus equipos directivos en cuestiones de gobierno corporativo con un único objetivo: generar rentabilidades duraderas a largo plazo para nuestros clientes.

Para los clientes que siguen recurriendo a BlackRock en calidad de fiduciario en Stewardship, nos mantendremos firmes en nuestro enfoque permanente sobre cómo las empresas pueden generar rentabilidad a largo plazo para sus accionistas.

Trabajamos para llevar Voting Choice a los inversores particulares

Hasta ahora, debido a obstáculos tecnológicos, operativos y normativos, solo hemos podido, en su mayor parte, ofrecer la elección de voto a determinados inversores institucionales como planes de pensiones, fondos de dotación y compañías de seguros.

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Es un hecho innegable que la tecnología está facilitando más que nunca que un mayor número de personas no solo accedan a los mercados de capitales, sino que desempeñen un papel activo en los mismos. Cuando se movilizan gracias a la tecnología, los accionistas pueden influir significativamente en el futuro de una empresa. No hay vuelta atrás. La próxima generación de inversores exigirá cada vez más ser escuchada. La tecnología tiene el potencial de transformar el gobierno corporativo de formas que no podemos imaginar.

Por supuesto, debemos ser realistas en cuanto al tiempo que los inversores particulares, e incluso algunos inversores institucionales, van a dedicar al gobierno corporativo. ¿Quién esperaría que un individuo cualquiera se ponga con los miles de preguntas que se plantean cada año a las juntas de accionistas? Y la realidad es que, mientras no dispongamos de los avances tecnológicos, los gastos de hacer algo así multiplicarían el coste del propio fondo. Pero lo que sí creemos, por ejemplo, es que todos los inversores deberían poder elegir entre una gama de políticas de voto que reflejen sus preferencias y que debería ser tan fácil hacerlo como resulta hoy invertir en un fondo de inversión o en un ETF desde el teléfono móvil.

Ofrecer una elección de voto de manera más generalizada a los inversores particulares requerirá del esfuerzo conjunto de las autoridades, los reguladores, los consejos de administración de los fondos, los gestores de activos y otros participantes en el sistema de delegación de voto. Mientras seguimos trabajando para democratizar todavía más el voto, estamos deseando colaborar con los responsables políticos y los reguladores para explorar qué cambios son necesarios en la legislación y la normativa, así como examinar cómo podrían adaptarse las infraestructuras operativas para facilitar esos cambios. Creemos que la incorporación de más voces redundará en unos mercados financieros más sólidos y accesibles.

También nos complace ver que otras empresas se unen a este esfuerzo de diversas maneras. Por ejemplo, uno de nuestros competidores anunció recientemente que comenzaría a encuestar a los inversores particulares sobre cuestiones de gobierno corporativo con el fin de comprender las preferencias de los clientes en materia de cuestiones clave de representación. Instamos al resto a buscar formas de ayudar a que los inversores de todo tipo —institucionales y minoristas— tengan más voz en nuestra democracia de del accionariado.

La responsabilidad de las empresas requiere un voto y un engagement informados

Creemos que la elección del voto puede dar la opción a más propietarios de activos para que tengan una conexión más arraigada y directa con las empresas en las que invierten y permitir a la dirección de la empresa comprender mejor las opiniones de estos propietarios de activos en cuestiones cruciales de gobierno corporativo.

Nuestros clientes saben que las decisiones informadas sobre la delegación de voto requieren invertir tiempo, personal y experiencia. Y sabemos que nuestros clientes se toman muy en serio su responsabilidad como administradores del capital. Aunque los asesores de voto tienen un papel que desempeñar en este proceso, una dependencia excesiva de ellos podría distorsionar la relación entre los propietarios de activos y las empresas en las que invierten.

Este nuevo ecosistema también planteará retos para los consejeros delegados y sus empresas. Los que dirigimos empresas cotizadas tendremos un conjunto más amplio de accionistas con los que relacionarnos. Es posible que las empresas tengan que desarrollar nuevos modelos para relacionarse con los propietarios de activos en los asuntos de mayor importancia en materia de votación. Esto puede llevar un tiempo.

El engagement entre las empresas y sus propietarios es uno de los elementos fundamentales de nuestro sistema moderno de capitalismo. Ahora podemos utilizar la tecnología y la innovación para mejorar ese engagement, ampliar los puntos de contacto de una empresa con sus propietarios e incorporar más voces a nuestro sistema capitalista. Esta revolución de la democracia del accionariado tardará varios años en materializarse plenamente, pero se trata de una revolución que, si se ejecuta correctamente, puede fortalecer los propios cimientos del capitalismo.

Reciban un cordial saludo,

Larry Fink Signature